Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, núm. 9, 1998
Instituto Tecnológico Autónomo de México
Rolando Tamayo y Salmorán
Universidad Nacional Autónoma de México, México
1. Ernestus ∈ {x: x = Magister scholarum} 1
Sin duda podemos hablar largamente de la obra de Ernesto Garzón; de sus trabajos en teoría y dogmática jurídicas, como en ética, filosofía política y filosofía del derecho; todas, obras sólidas, sugerentes y particularmente oportunas. 2 Muchos lo han hecho; muchos lo seguiremos haciendo. Sin embargo, en esta ocasión, hablaré de una faceta de Ernesto. Más bien pensaré en voz alta, pensaré en la imagen que esta faceta evoca: su docencia itinerante.
Comenzaré con una breve referencia al Renacimiento del siglo XII, 3 no por los setenta años de Ernesto. No es eso lo que me hace voltear hacia el alto medievo, no. Sin embargo, es precisamente ahí donde encuentro un rasgo distintivo, paralelo, de nuestro homenajeado.
En la expresión ‘Renacimiento del siglo XII’ 4 la palabra ‘renacimiento’ guarda, por un lado, su significado paradigmático: los hombres habían evidenciado cuánto falaces habían sido las profecías del milenarismo. 5 Y así, cuando salió el sol el primer día del año mil y se hizo obsoleta la formula appropinquante fine mundi, todas las fuerzas de la tierra se convulsionan e intensifican. Esta es la atmósfera que permea tal renacimiento.
Por otro lado ‘renacimiento’ adquiere una nueva connotación: quiere decir ‘humanismo’. En efecto, ‘renacimiento’ alude a la fuerza y vigor con la que ciertos hombres, luchan por implantar una nova via donde el hombre vuelva a ser “medida de todas las cosas”, como anunciara el sabio de Abderra. 6
Este renacimiento no fue anónimo; tiene un protagonista, parecido al Adso da Melk o al Guglielmo de Baskerville de Umberto Eco 7 o al Zenon Ligre de Marguerite Yourcenar: 8 Este protagonista es un clérigo, el magister artium liberalium. Este «intelectual del medievo», como lo llama Jacques Le Goff 9 es, ciertamente, un clérigo; pero que no siempre se identifica con monjes y sacerdotes. Este personaje funda una estirpe; originaria y original del occidente medieval.
Estos son los individuos que habrán de afirman su presencia y su vocación en las guildas o universitates de maestros y escolares; son los hombres que realizan el oficio de pensadores y comunican las ideas a través de la enseñanza. Bien, a esa estirpe pertenece Ernesto.
Perseguidos por todas las calamidades, frente a un poder político adverso y por la intolerancia de fanatismos religiosos, frecuentemente en celdas y cerca del cadalso, los maestros de escuela lucharon denodadamente contra la ignorancia y el oscurantismo. No sólo la persecución sino la vocación, los hizo itinerantes. Esos fueron los hombres que fundaron las universidades.
Tenemos la fortuna de conocer a un descendiente, más que legítimo, de esa estirpe milenaria. Ernesto, como aquellos, de forma itinerante, muchas veces perseguido, ha luchado denodadamente contra la intolerancia y el oscurantismo.
Ernesto fue echado de su patria por la barbarie castrense; fue privado de su cátedra y alejado de su afectos. Hubo de vencer muchos obstáculos, como el de subsistir, pero no abandonó ni la investigación ni la enseñanza. Este oficio se había fuertemente arraigado en él. Ernesto es pues un magister artium liberalium, un sembrador de inquietudes. Pródigo de ideas y generoso en la acción, fecundó todos los suelos que caminó. Su rastro es fácil de seguir, su huella es profunda.
Volviendo a tu docencia itinerante, en este día podríamos, en realidad, estar conmemorando los 30 años de tu primera visita a México. Aquí está presente (Alejandro Rossi) alguien que es responsable de tu llegada a México, en 1967. Para fortuna nuestra, México se vuelve una encrucijada en los caminos que recorres. En una de tus visitas tempranas te conocí. No sé qué tanto, pero un cambio se produjo en tu auditorio. Este se formaba por jóvenes colegas, queridos amigos como Javier Esquivel, (cercano amigo tuyo, malogrado talento), Agustín Pérez Carrillo y Raúl Nocedal, entre otros.
Puedo decir sin temor a equivocarme, que tu visita trajo aparejada una amplia renovación. Contigo, primeramente, sucede algo notable: se vence el letargo, se abren de nuevo los libros. Se dejan de repetir letanías y se revisan los “conocimientos jurídicos” fuertemente encubiertos bajo recitativos del iusnaturalismo decimonónico (y otros villancicos de signo diverso).
Tu visita produce sucesivos descubrimientos. La trama es la jurisprudencia. Se empieza a conocer a H.L.A. Hart y se recupera a Alf Ross. Sobre este particular es inolvidable tu seminario sobre John Austin. Ciertamente, no todo fue jurisprudencia analítica y realismo escandinavo. Después de Hart y Ross, vinieron otros autores; unos clásicos otros contemporáneos.
Lo importante, lo realmente especial, en esta empresa, fue la forma de abordarlos. Fue eso lo que permitió la “reapertura” de problemas aparentemente resueltos. Así fue como se andaron caminos de la ética, de la filosofía política y de la filosofía de la ciencia. Para ello, la cercanía del Instituto de Investigaciones Filosóficas, fue un gran apoyo y, por supuesto, vale recordar, aquí, al queridísimo amigo y maestro Fernando Salmerón, siempre detrás de estos eventos.
A partir de tu visita (de tus frecuentes visitas) muchas cosas siguieron cambiando, renovándose. Gracias a ti hubo, por decirlo así, una generación de relevo en materia de teoría y filosofía del derecho. Fue entonces cuando se consume con avidez, por profesores y estudiantes, numerosas obras debidas a tu incansable labor de traductor y editor. Muchas que aparecen en tu natal Córdoba, otras en Buenos Aires, otras en Alemania, en fin, otras en España.
Lamentablemente este episodio fue momentáneo. El grupo formado alrededor de Ernesto Garzón se dispersó paulatinamente, sobreviviendo aquí y allá. La enseñanza actualizada, contemporánea y abierta languideció notablemente en los recintos de investigación y docencia jurídicas, dejando emerger, de nuevo, el viejo esquema: una filosofía del derecho hecha catecismo, conservadora e inerte.
Afortunadamente, y gracias a tus sucesivas visitas, hubo otro “renacimiento”. En éste Rodolfo Vázquez ha contribuido grandemente. Nuevamente hay búsqueda, diálogo, discusión. El Seminario Eduardo García Máynez es clara muestra de ello; como lo es, también, la colección Biblioteca de Ética, Filosofía y Política, la cual lleva más de setenta títulos.
Bien, Ernesto Garzón es en todas sus facetas merecedor de sobrados elogios, es luchador honesto, trabajador incansable, militante leal, sin embargo ese rasgo particular que quise subrayar es el de su oficio de maestro, como aquellos magistri scholarum hacedores de la historia de su tiempo.
2. Alter = {x: x = discípulos de Gioja} 10
Ernesto, al lado de Genaro Carrió y de Roberto Vernengo, de Eugenio Bulygin y Carlos Alchourrón, entre otros, vivió un episodio muy importante para la cultura latinoamericana y, en especial, para la filosofía del derecho: la enseñanza de Ambrosio Gioja. Conozco, por colegas y amigos, en especial por Carlos Alchourrón, lo que eran los seminarios de Gioja, lo sé, digo por sus discípulos y por un sinnúmero de referencias anecdóticas. Sobre Ambrosio Gioja, Ernesto dice lo siguiente:
No he conocido a nadie que como Gioja estuviera tan francamente abierto al diálogo, tan dispuesto a someter a crítica las propias posiciones y con una sensibilidad tan afinada para percibir cuales eran las corrientes innovadoras del pensamiento jurídico y filosófico agregaría yo que no podían ser ignoradas cualquiera que fuera su procedencia.
Este esquema, esta idea de profesor ciertamente Ernesto la cumple holgadamente. Ahora bien, en cuanto a su magisterio itinerante cabe destacar también que Ernesto practicó la itinerancia… Bueno, ciertamente los militares lo echaron al exilio, pero participa, con profundo sentido, de una vocación latinoamericana. Pienso que, si bien su interés sobre el derecho y la política latinoamericana es parte esencial de las preocupaciones de Ernesto, su trabajo rebasa ese horizonte… por mucho. Ernesto es guía y líder emblemático no sólo en Latinoamérica, sino de la cultura jurídica hispanohablante. Digo ‘emblemático’ porque Ernesto no indoctrina, no busca adeptos, él dialoga, precisamente como lo hacía el viejo Gioja.
En su desideratum como maestro está la lucha constante contra el fanatismo y contra la intolerancia. Me preguntaba: ¿qué hubiera sido de nosotros si Ernesto no fuera itinerante? Bueno no quiero entrar en el terreno de los contrafácticos, pero lo que recuerdo tristemente es lo que decía Hallingen sobre el Dante, que sostenía que era bueno que el Dante hubiera sido perseguido y obligado a ser esulede por vida, porque su tristeza y sus emociones lo llevaron a escribir la Divina Comedia. Esto puede ser demasiado, pero, en todo caso la vida itinerante de Ernesto Garzón lo hizo ser, para nuestra fortuna, un individuo ubique magister.
3. Ernestus ∈ ⎨x: x = similiter facit ut si Mater Theresa…} 11
Hace setenta años… bueno… un poco menos… . Decía… hace poco menos de setenta años surgió una clase de individuos, una clase privilegiada de individuos, aquellos que han participado de la buonomía, lealtad y generosidad de las enseñanzas, inquietudes y preocupaciones de Ernesto Garzón Valdés. Decía que poco menos de setenta años porque por talentoso y precoz que hubiera sido Ernesto, por lo menos, debíamos esperar que Ernesto hablara.
Pues bien, haciéndome inmerecidamente portavoz de la clase arriba definida, i.e. de todos aquellos que te hemos conocido (incluyendo al subconjunto de los que no conocí y al subconjunto de los que aún me falta por conocer), quiero manifestarte que, precisamente, somos nosotros, las entidades de esa clase, los que nos congratulamos y nos felicitamos de haber podido contar durante setenta años (o un poco menos) con tu generosa, amable y cordial amistad.
Sobre tu amistad altruista y abnegada realmente sólo tengo imágenes que parecerán a algunos excesivas, en realidad es poco extraña la comparación (o la semejanza), pero pienso que tu vocación y altruismo es sólo comparable con la vocación y altruismo de la Madre Teresa… (de Calcuta). En otro contexto, en otro momento y con otro signo serías… algo así como… San Ernesto de Maguncia… o de Bonn… o de Córdoba, quizás… o de… ¡que sé yo!… ¡de tantos otros sitios! (Para el magister scholarum el espacio de la enseñanza es una indiferenciada unidad cultural. Los antecedentes muestran que Lanfranc era de Pavía, Bec y Canterbury; Vacarius, de Lombardía, Canterbury, Oxford y York; John no lo fue sólo de Salisbury, sino de París, Benevento, Canterbury y Chartres; Tomás fue de Aquino, Colonia, París y Nápoles 12 ). Tú lo serías de todos los lugares en donde has enseñado.
Sé que esa aureola de santidad va mal con tu perfil liberal y democrático; pero pienso no en un místico sino en un santo laico, en un civis mundi, como una de esos seres singulares del renacimiento del siglo XII.
Siguiendo ahora el tema de la dedicación docente, de la actividad académica y la bondad y el altruismo que las visten, permítaseme terminar leyendo un pequeño pasaje. No son mías las palabras; son nobles y bellas palabras que Hans Kelsen dirige a su amigo, el célebre jurista Franz Weyr, en su sexagésimo cumpleaños. Transcribo estas palabras porque creo firmemente que podrían haber sido dirigidas a Ernesto Garzón. Dice Kelsen:
Para tu sexagésimo cumpleaños [en este caso sería septuagésimo] se reunieron, junto con tus amigos y admiradores que tienes en tu patria, también en el extranjero, un grupo de científicos que quieren expresarte el gran prestigio que goza tu nombre en el ámbito de la ciencia....
Si se me permite [dice Kelsen] aparecer como un portavoz para transmitirte, en su nombre, las más afectuosas felicitaciones… emocionado aprovecho la oportunidad para decirte en público lo que en el trato privado no puedo expresare, por el temor comprensible de omitir grandes palabras.
Cuando hace más de 25 años tuve la suerte de conocerte [esto encaja perfectamente en mi caso] tuve inmediatamente esta sensación: voilà un homme… a pesar de todos los acontecimientos estremecedores que… pondrían a prueba [tu] carácter… [D]urante estos años mi amistad por ti se profundizó continuamente, motivada por tu reconocido espíritu científico no menos que tu valor personal...
Casi al principio de tu carrera científica… [f]uiste el primero en refutar [sigue diciendo el maestro austríaco] … vieja[s] concepcion[es] que pertenecía[n] , por así decirlo, al inalterable inventario de la ciencia del derecho… No es aquí el lugar, ni en absoluto necesario, recapitular… Lo que quiero destacar es nada más el motivo definitivo que te condujo… Fue para ti como en todos tus trabajos científicos no sólo una finalidad lógica, no sólo un objeto de la razón, sino también una verdadera cuestión del corazón, porque es un problema de integridad intelectual expresar lo que es; aun a riesgo de entrar en conflicto con todos aquellos poderes, interesados en la conservación de la apariencia científica. Si alguien merece un homenaje así, ese alguien es como tú que has demostrado con tu obra que la verdad científica, no puede ser alcanzada sin la honradez y el valor personal del científico…
Desde luego, no es conforme a la época este ideal de una ciencia independiente de la política. Y sin embargo es lo único que puede garantizar la existencia de la ciencia. La historia del espíritu humano lo demuestra. Por eso, no es únicamente en nombre de tus amigos… es en nombre de la ciencia… que expreso el deseo: que tú, luchador honesto por la independencia y libertad del conocimiento, continúes entre nosotros todavía muchos, muchos años, para que la conciencia de tenerte como compañero… no nos deje disminuir el ánimo…. 13
Hasta ahí Kelsen. Hasta aquí yo. Felicidades Ernesto.
Amigos. Muchas gracias.
Notas
* Los textos que se reúnen bajo este título fueron leídos el 9 de octubre de 1997 enel Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)
1 Donde ‘Ernestus’ cubre cualquier ocurrencia de Ernesto Garzón Valdés y ‘Magister scholarum’ (syn.: scholasticus) significa: ‘cabeza de escuela’, ‘jefe de escuela’, ‘guía’, ‘mentor’, etc.
2 Sobre las obras de Ernesto Garzón, véase la lista de su publicaciones, en la sección respectiva de este volumen.
3 Para una sucinta descripción del tema, véase mi libro: La universidad epopeya medieval, México, Huber, 1998.
4 Expresión que, si no fue creada, sí fue acuñada por Charles Hasting desde la publicación de su libro: The Renaissance of the XIIth Century, (Cambridge, Mass. 1933).
5 Recordará el auditorio que, en la vigilia del año mil, se produjo toda una literatura catastrofista. Los hombres de iglesia anunciaban el fin del mundo. Una humanidad deprimida esperaba el desenlace.
6 "Πα´ντων χρημα´ των με´τρον ε’ στι`ν α’´νθρωπος…” (Protágoras, frag. 1. Cf.: en Dielz, Harmann, Die Fragmente der Vorsokratiker, editado por Walther Kranz, Berlín, Weidmann, 1972, § 80 [74]: PROTAGORAS. B. FRAGMENTE , t. II, p. 263. 7 Il nome de la rosa. 8 L’œvre au noir. 9 Les intelectuelles au Moyen Âge, París, Editions de Seuil, 1957.
7 Il nome de la rosa.
8 L’œvre au noir.
9 Les intelectuelles au Moyen Âge, París, Editions de Seuil, 1957.
10 Donde ‘Alter’ es todo aquel que no es Ernestus; lo demás se explica por sí mismo.
11 Donde ‘Ernesto’ sigue indicando cualquier ocurrencia de Ernesto Garzón Valdés y donde la leyenda ‘similiter facit ut si Mater Theresa…’ significa: ‘aquel que se comporta como la Madre Teresa’ (De hecho, los puntos suspensivos indican un verbo que se omitió porque, por un lado se sobreentiende y, por el otro no hay espacio. Bueno se omitió por elipsis).
12 Cf.: Knowles, David. The Evolution of Medieval Thought, Londres, Longman, 1962, pp. 80-81.
13 Métall, Rudolf A. “Hans Kelsen y su escuela vienesa de teoría jurídica”, trad. de Jorge Sánchez Cordero, en Tamayo y Salmorán, Rolando (Ed.), Estudios en memoria de Kans Kelsen, número monográfico del Boletín Mexicano de Derecho Comparado, año VII, Número 19, enero-abril, 1974, UNAM; Instituto de Investigaciones Jurídicas, pp. 7-9. México. Las palabras de Kelsen están tomadas del artículo de Rudolf Aladar Métall, op. ul. cit. el cual fue originalmente un discurso pronunciado en Viena el 11 de octubre de 1973 bajo el título: Hans Kelsen und seine Wiener Schule der Rechtstheorie. Las palabras de Kelsen se encuentran en el prefacio al segundo tomo, de la Colección de trabajos en honor del sexagésimo aniversario de Franz Weyr, del cual sólo hubo un ejemplar de la Sbornik prací, impreso por Orbis en Praga, en abril de 1939. (Un mes antes las tropas nazi habían ocupado la entonces República Checoslovaca). Vid.: Métall, Rudolf A, op. ul. Cit.